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Ernst Barlach

Ernst Barlach (1870-1938) es uno de los artistas más transcendentales del siglo XX y figura imprescindible del Expresionismo. Sus esculturas, dibujos y grabados están presentes en colecciones y museos de todo el mundo. La creación artística de Barlach fue considerada por el nazismo como ‘arte degenerado’, más de 400 obras fueron confiscadas, desarmadas y parcialmente destruidas. Cien años después su obra  ‘Güstrower Ehrenmal’ ( Ángel flotante) es un icono mundial en contra de la guerra. 

Barlach era un solitario, alejado del ambiente cultural de la época evitaba las urbes, no asistía a las inauguraciones de sus exposiciones y ni siquiera a los estrenos de sus obras teatrales, siendo un dramaturgo de éxito. Su deseo de soledad y de amor a la naturaleza le llevaron a recluirse en un región rural del norte de Alemania donde vivió más de treinta años. 

Receloso de las ciegas promesas del bienestar de su época luchaba por un concepto de progreso que caminara hacia un futuro donde primasen los valores humanistas, éticos y espirituales. En su obra son protagonistas los campesinos y mendigos, vagabundos y buscavidas, figuras sencillas, solitarias, escépticas e introspectivas con las que se enfrentaba a la glorificación de la técnica, del racionalismo y del materialismo y se rebelaba ante la veloz aceleración de la temprana sociedad industrial. 

La Gran Guerra  (1914-1918) mostró al mundo la capacidad de destrucción humana de la nueva era científico-técnica. Surgía ante los ojos del artista una sociedad sedienta de ambición, acelerada, en la que 12.000.0000 de personas desaparecieron. Para Barlach no había héroes ni vencedores, la humanidad misma había perdido. Las décadas siguientes las dedicó a advertir de la necesidad de rehuir la guerra y alcanzar la paz. Lo hizo de manera incansable a través de figuras dolorosas y miserables pero, también, de personajes hermosos y esperanzadores, cantantes, músicos y soñadores que se sobreponían al estado del mundo.  

Barlach no podía prever la condena del hombre a repetir incansable el horror de la guerra, a las consecuencias de una globalización salvaje, a la desigualdad social de las crisis económicas en pleno siglo XXI y a la destrucción sin barreras de su amada naturaleza. 

Su obra se mantiene como alegato irreductible de un arte comprometido con la transformación del mundo cuya fuerza, un centenario después, sigue poderosa e imparable. Entre el cielo y la tierra, entre Dios y el hombre, su labor artística estaba consagrada a esta visión que describió en 1908: 

“cuando estoy acostado de noche y las almohadas de la oscuridad me oprimen, algunas veces me envuelve una luz melodiosa, visible para mis ojos, audible para mis oídos. Entonces se agrupan los personajes hermosos de un futuro mejor alrededor de mi lecho. Todavía inertes pero de una belleza preciosa, todavía dormidos, pero que quien los despertara crearía un mejor rostro al mundo”

La Exposición ‘Ernst Barlach, figura de un futuro mejor’  recorre  con más de cien obras, entre ellas monumentales como el ‘Güstrower Ehrenmal’ (El Ángel) o el ‘Bettler’ (El mendigo), las etapas creativas de un artista que convirtió su obra en testimonio del mundo. 
Esta exposición inicia un diálogo entre la obra de Barlach y la obra de Jorge Rando. Separados por cien años sus caminos se unen en una mirada dirigida a la búsqueda de la espiritualidad. Una exposición que se convierte en lugar de reflexión, detenimiento y conocimiento de la naturaleza humana. 

La exposición ha sido organizada por la Ernst Barlach Gesellschaft Hamburg en colaboración con el Museum Jorge Rando de Málaga. Estará del 14 de diciembre de 2015 al 26 de marzo de 2016. Nuestro agradecimiento a todos los prestadores, en especial a la Ernst Barlach Lizenzverwaltung Ratzeburg y los museos Ernst Barlach de Wedel y Ratzeburg.
Cuando estoy acostado de noche y las almohadas de la oscuridad me oprimen, algunas veces me envuelve una luz melodiosa, visible para mis ojos, audible para mis oídos. Entonces se agrupan los personajes hermosos de un futuro mejor alrededor de mi lecho... Ernst Barlach