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Sobre la prostitución

Hace unos meses se clausuró una exposición con la prostitución como tema monográfico en Málaga para, a continuación, viajar a Nueva York, donde permanecería tres meses.

De EE UU regresaría a Madrid, y una vez terminado su periplo en España, se trasladaría a Alemania, para recorrer varias ciudades de ese país.
La muestra era muy amplia y sólo tocaba el tema de la prostitución.

Hoy siento la necesidad de plasmar en unas líneas el por qué de esos cuadros.

Cuando me enfrenté a éste, considerado por mí, denigrante problema que afecta sobre todo a la mujer, no me detuve a analizar las causas por las que llegan a esa estación…ya sea obligadas por las mafias, por la droga, por necesidad y … por qué no, también por propia voluntad. No quise, repito, detenerme en las causas, sino en la realidad que tenemos a nuestro alrededor, cada vez más lacerante y cruel. Esa huida a la desesperanza… esa huida a ese túnel  negro… del cual sí creo se puede salir. Siempre hay una luz en algún lugar que nos alumbrará para salir de las malditas tinieblas y nos señalará el camino de la dignidad humana… y por qué no, el camino que nos llevará a la luz de las luces.

Volviendo a mis pinturas que yo titulaba “la mirada ascética en la pintura” o también “la prostitución en la pintura de Rando”, lo que yo pretendo es darle un espacio a la mujer en esa “etapa de su vida”, porque sólo es eso, una etapa en la vida de esas mujeres, de esos jóvenes, de esos niños… La vida no comienza ni termina con la esclavitud de la prostitución. Se puede salir de esa cárcel, se debe salir de ese campo de espinos, aunque sea con heridas profundas, con heridas envenenadas que posiblemente te acompañarán durante toda la vida.

Y, ¿qué hace el pintor? Mostrar en sus cuadros esa realidad. Y ¿para qué? Para que el espectador, “el mirador de cuadros”, actúe.

Yo no denuncio. Jamás hiero la dignidad de la personas en esa “etapa de su vida”; sólo pinto dicha realidad, para que actuemos, para que hagamos algo, aunque sea rezar, que ya es mucho. No debemos quedarnos impasibles esperando la próxima noticia sobre otra muerte u otras violaciones, en ese horrible y cruel mercado de la carne… y del espíritu. ¡Actuemos! ¡No seamos cobardes!

Jorge Rando, Málaga, diciembre 2010