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Dos hombres contemplando la luna

Sábado 20,30 h. de la tarde. Hoy es día 25 de noviembre de 2006; y, como todos, año del “Señor”. Por fin hemos llegado a la Heimhuder. Christine, como es costumbre en ella, nos tenía la casa con los brazos abiertos para acogernos y llevarnos en volandas al necesitado descanso, pero…, claro…, antes mi “Pirin” tenía que poner orden en el orden y todo bajo su control, tiempo que yo aprovecho para ojear la página de “Kultur & Medien” del periódico “Hamburger Abenbblatt”… Y de pronto me encuentro frente a frente con la reproducción de un cuadro del gran pintor del romanticismo alemán Caspar David Friedrich, una obra que yo ya conocía y que se titula “Zwei Männer in Betractung des Mondes”, traducido: “Dos hombres mirando a la luna”. Esta pintura de Friedrich nunca había llamado especialmente mi atención…, pero esta vez, al reencontrarme con ella y en una página de un periódico que invitaba a sus lectores amantes del arte a visitar la exposición…, y al enfrentarme de nuevo con el cuadro, supe la razón de esa repentina curiosidad. Me faltó tiempo para visitar la “Ausstellung”. ¿Qué vi? ¿Qué me dijo el cuadro? … Representaba a dos personajes mirando más allá… hasta donde eran capaces. Hay dos, uno que mira y otro que hace mirar al primero; los dos quieren ver. Siempre hay uno y otro… y otros que miran, y miran todo lo que pueden y son capaces de mirar. Se puede mirar todo, pero… ¿Se ve la luna? ¿Se ve la luz? ¿Se ve la creación?

Volviendo a mis personajes (pues ya los he hecho míos), son dos, dos que se encuentran, dos que se aman, dos que se odian, dos que recorren el mismo camino; incluso, cuando uno da y el otro recibe, son dos; si uno tiene que apoyarse en el otro… también son dos; siempre son dos. Por eso yo me quiero meter en el cuadro de C. D. Friedrich y convertirme en el tercer mirador; y contar lo que veo después de mirar con los ojos de los dos e intentar ver con los míos.

¡Ya estoy en mi puesto!

Jorge Rando, Hamburgo, noviembre 2006